Presente y futuro de la industria cárnica

industria carnica

Hace ya tiempo que el sector cárnico está en boca de todos. Tanto la deriva del sector, como las tendencias de consumo y perfiles del consumidor potencial, y el impacto en el medio ambiente que tiene la industria cárnica. Y, lamentablemente para el sector, las conclusiones, casi siempre, son desfavorables.

¿Qué se dice del consumo de carne?

En primer lugar, la industria cárnica ha sido uno de los sectores de alimentación cada vez más castigado por los propios organismos gubernamentales y de gestión sanitaria, como hemos podido ver en diferentes ocasiones el pasado año y el anterior, donde se recogieron diversidad de opiniones por parte de organismos públicos en contra del consumo de carne, que atacaban directamente a la línea de flotación del sector; la producción.

Hay que recordar que, previamente, la OMS emitió un duro comunicado alertando sobre las nefastas consecuencias que tiene para la salud el consumo de carnes rojas y carnes procesadas, poniendo el sector patas arriba, como se suele decir, con una repercusión mundial tan potente que tuvieron que emitir un comunicado posterior rectificativo, matizando sus propias palabras.

Pero todos conocemos el dicho, difama que algo queda, lo que nos convierte en un sector castigado y cada vez más denostado por el consumidor, que no es que no le guste carne o que vea en este producto un peligro potencial. Es que simplemente se deja llevar por las opiniones en contra, aunque muchas afirmaciones de las que se han dicho no son ciertas.

Parece ser que la tendencia actual en el consumo de carne por parte del consumidor es reducir cada vez más el consumo de carnes rojas y procesadas, hasta eliminarlas de su dieta definitivamente.

 

La relevancia de la industria cárnica

 

Es importante comentar que la industria cárnica en España existe a través de casi 3.000 empresas que desempeñan su actividad entre salas de despiece, mataderos e industrias cárnicas, y que mantienen vivas económicamente muchas zonas rurales, así como familias enteras puesto que muchas de estas empresas son de accionariado familiar.

Además de esto, el consumo de carne es necesario para una gran parte de la población, como puede ser la población madura o infantil, que requieren de una serie de nutrientes que no se pueden encontrar o que no pueden sustituirse por otros alimentos. Hoy en día, las tendencias de consumo pasan por restringir el consumo de carne y las causas principales de este “mobbing” hacia la industria cárnica no viene tanto ocasionado por lo pernicioso de las características organolépticas del producto, si no mas bien por la preocupación que existe hacia la conservación del medio ambiente y el bienestar animal.

 

joven comiendo carne

 

Producción cárnica responsable

 

Es seguro que si las empresas productoras de carnes que emplean el método intensivo sustituyeran sus procedimientos por métodos más amigables con el medio ambiente, como el extensivo, el consumo de carne crecería puesto que la generación actual, los nuevos milennials, están ciertamente preocupados con esta asunto y todo lo que les rodea como actividad complementaria, refiriéndonos a la producción necesaria para sostener esta actividad en lo relativo a la producción de plásticos, envases, embalajes, etc…

Pero,¿se han tenido en cuenta las necesidades de alimentación de la producción mundial antes de verter estas opiniones?. Deberíamos de preguntarnos el porqué la industria cárnica ha llegado a desarrollar un sistema productivo, como el intensivo, tan dañino para el medio ambiente y tan lesivo para el bienestar animal. Y es que quizá, el afán en que todo el mundo pueda tener acceso a un alimento primario, de esos que deberían de estar en todas las cestas de la compra de las familias de todo el mundo, nos ha llevado a desarrollar métodos de producción de costes más baratos que ayuden a una distribución muy capilar y con precios asequibles. Lamentablemente, el desarrollo de estos sistemas productivos supone un retroceso en las políticas medioambientales y de bienestar animal, pero a la vez permite que un producto básico de la cesta de la compra esté al alcance de todas las familias.

Todos sabemos que se han desarrollado alimentos innovadores sustitutivos de la carne, que se parecen a la carne. ¿Es más sano un producto creado en un laboratorio a base de ingredientes vegetales manipulados para obtener una textura y un sabor lo más parecido a la carne, que una ración de carne natural, ya sea roja o no, que ha sido producida de manera natural? La respuesta es no, y así lo muestran los bajos índices de aceptación por parte del consumidor de estos productos en los lineales.

Y es que, claramente, el quid de la cuestión, como pasa con todos los alimentos, reside en la frecuencia de consumo. Todo en exceso es malo, y eliminar de tu dieta diaria una de las principales fuentes proteínicas de alimentación también es malo, porque esa reducción supone el tener que aumentar el consumo de otros alimentos para poder compensar los nutrientes que se dejan de ingerir con la carne. Y ese consumo de otros alimentos sustitutivos se convertirá en un exceso, también perjudicial para el consumidor, lo que convertiremos un buen alimento en un mal alimento, como hemos hecho con la carne.

Si no queremos arruinar un sector esencial, lo fundamental es crear políticas de control exhaustivas para los sistemas de producción dentro de la industria cárnica, tanto intensivos como extensivos, así como establecer políticas de protección animal, orientadas a su bienestar durante el ciclo productivo, pero es necesario poder seguir dando servicio de este producto básico a toda la población mundial a precios razonables, así como poder optar a un consumo responsable del producto para acabar con las consecuencias perniciosas de un mal consumo, que no son distintas de las que pueden derivarse del consumo excesivo de pescado azul o de otro tipo de carnes no catalogadas como rojas.

 

El peso del sector cárnico en España

 

Recordemos que la industria cárnica ocupa el primer lugar de toda la industria española de alimentación y bebidas suponiendo el 29% de todo el sector de la alimentación, o lo que es lo mismo, el 2,55% del PIB de España, el 17,22% del PIB industrial y el 4,66% de la facturación total de la industria española, por no hablar de los puestos de trabajo que genera y de la cantidad de familias a las que mantiene ocupadas y activas. Unos números que, lejos de estropearlos, deberíamos de intentar cuidar para seguir haciendo de este sector, el sector productivo más importante de nuestro país.

 

En el último año, dentro de la industria cárnica, las carnes transformadas fueron la familia de productos que presentó la evolución de ventas menos negativa, cediendo solo un 5,3% respecto al año anterior cuando otras carnes como el porcino o el vacuno redujeron su consumo en un 10,1% y en un 9,1% respectivamente, lo que claramente indica que el problema de la carne actualmente no es tanto su carácter pernicioso para la salud, si no los elevados costos a los que se han visto sometidos y que han producido un incremento en los precios de venta, que a su vez han ocasionado una caída de ventas en el mercado. Salvo para las carnes elaboradas que, a pesar de ser más perjudiciales, según los diferentes estudios antes citados, han sido las que menos han sufrido en los lineales de los supermercados.

 

Desde nuestro punto de vista de la producción y la industria cárnica, vemos que el futuro del sector pasa por promover: un consumo más responsable, más medidas y mejor regulación del entorno para una producción más sostenible, más protección del bienestar animal durante los ciclos productivos, y menos ataques por parte de las instituciones a uno de los productos básicos de la cesta de la compra con mayor aporte y valor nutritivo.


Valles del Esla | enero 23, 2023

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