Lo que cuesta y lo que vale

Juanjo Lopez articulo de opinion

Esta diferencia, lo que cuesta y lo que vale, conjuntamente con el sentido del lujo, son en mi opinión el sustento, el valor y la diferencia en la cocina.

Diferencia la esencia del artificio.

Es verdad que tras lo sucedido en estos últimos tiempos con el coronavirus, todo nuestro mundo puede cambiar y estas apreciaciones que hoy voy a contarles, podrían ser el nuevo paradigma de la cocina que esté por llegar. Las circunstancias tan especiales que hemos pasado nos van a hacer replantearnos nuevos escenarios. Nuevos y distintos valores aparecerán como novedad, aunque siempre estuvieron presentes.

En primer lugar querría explicar que lujo es la palabra angular de este artículo porque el lujo, en mi modesto entender, es todo aquello que no se puede pagar con dinero. De ahí que lo que cuesta y lo que vale, no sea lo mismo.

Voy a poner un ejemplo: productos que consideramos que son caros como caviar, trufa, o angulas. Productos reconocidos por todos como caros, pero que sin embargo, por temporada, por calidad y origen, realmente valen lo que cuestan. Cuestión aparte es la apreciación personal de si lo consideramos caro o no….ése es otro tema.

¿Son estos productos de lujo? En cierto sentido, sí. Son grandes productos, pero lo único que necesitas para obtenerlos, en principio es dinero.

Pero ahora vamos a lo importante. La memoria almacena recuerdos de nuestra niñez con sabores y escenas de nuestro pasado, donde revivimos momentos mágicos, de la mano de nuestra madre, de nuestras abuelas. Esos recuerdos ponen en valor, esos sabores hoy olvidados. Una sopa de ajo, unas lentejas, un huevo frito de corral con chorizo del pueblo tal o cual…Esto, si quisiéramos conseguirlo hoy, sería impagable, porque el dinero no puede pagar esos momentos .

Por eso, hoy en día, yo denomino lujo a la cocina de la sencillez, la que se hace desde el alma, la que no tiene precio y sin embargo, no se valora.

¿Por qué? El consumo ha decidido que lo que cuesta es el lujo. El tiempo y el cariño han pasado a un valor de poca trascendencia económica.

En este punto, me gustaría sugerir la siguiente reflexión: ¿qué pasaría si en los restaurantes, en la cartas, el precio del plato estuviera en relación , no con el producto, sino con el tiempo de preparación, y lógicamente en las cocinas de investigación, en función también del desarrollo y del número de personas que se han dedicado a ese plato? Si esto fuese una línea de actuación de cara a la configuración del precio, nos encontraríamos muchas sorpresas, pero claramente empezaríamos a valorar aspectos que sí son muy importantes.

Cuando vamos a un restaurante de alta cocina, la gente duda de la razonabilidad del precio; sin embargo, si supiesen el personal necesario de cocina, las horas desarrolladas para su creación, la vajilla y así un largo etcétera, entenderían todo el coste en su auténtica dimensión.

Pienso que tras este periodo de confinamiento los valores van a cambiar, y aunque volveremos a nuestra normalidad, la de siempre, valoraremos más el entorno, la compañía, la suerte de que nos cocinen otros; reconoceremos más fácilmente la verdad, la autenticidad, de la mentira.

La sencillez de lo cotidiano, después de esta dura experiencia, nos hará estar más apegados a valores de los que antes, seguramente, estábamos cegados.

La sencillez es el origen de la comida del alma, y la dedicación y el tiempo en recuperar lo esencial serán el eje central de la nueva restauración. Al menos así quiero creerlo yo.

No es lo mismo un lujo, que darse un lujo; como dice mi querido amigo Risto Mejide.

Muchas gracias por el tiempo que dedicáis a estas pequeñas lecturas o reflexiones desde mi interior porque para mí supone un lujo poder acercarme a vosotros en un artículo más.

Gracias amigos,

Juan José López
La Tasquita de Enfrente.


Valles del Esla | julio 9, 2020

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